miércoles, 26 de agosto de 2015

Yo también soy Inma Sequi

Han agredido a Inma Sequi, a la que no conocía de nada hasta hoy. 
Tres semovientes, más propios de estar en una dehesa comiendo bellotas que circulando en libertad, al grito de "fascista", la han apalizado. 
Bien; es donde vamos. Es donde nos lleva la incultura y el radicalismo que tan en boga está en estos malditos tiempos. La incultura de tres hijos de puta capaces de tachar de fascista a otra persona por pensar diferente a ellos y, lo que es peor, tan pollinos como para no darse cuenta que, precisamente, los que han empleado medios típicamente fascistas, han sido ellos. 
Me viene a la cabeza el dicho de "dime de qué presumes y te diré de qué careces", aunque en este caso habría que dar la vuelta y convertirlo en algo así como "dime de qué te quejas y te diré lo que eres".
Echo en falta a esta hora alguna declaración de algún grupo como las "rojillas pijoprogres liberadas" o "el observatorio para la libertad del escarabajo de monte femenino" criticando y condenando el hecho. Alguno de estos grupos que, de haberse tratado de una mujer de su clan, estarían ahora mismo, antorcha en mano, incendiando voluntades y capando grillos, para dar así justo escarmiento a la par que exigen cambiar la ley para que se encarcele en plan preventivo a cualquiera que, de pensamiento, pueda imaginar siquiera tamaño disparate. Como suelo decir, "no es lo mismo subir a coger brevas que bajar a llevar palos".
En cualquier caso, cuenta Inma con mi apoyo y mi cariño, porque cuando se trata de tapar las ideas con violencia en vez de con la razón, no puedo menos que sentirme también Inma y solidarizarme con ella. 
Nada más, hijos de puta (y quizá ni siquiera eso, que igual vuestra madre intentó meter un poco de seso en ese hueco intracraneal), contáis con mi desprecio. Espero se os pudra el cuerpo allá donde estéis porque, las ideas... esas ya las tenéis podridas. Así al menos iréis a juego.